-
Preámbulo:
Ya sabrán que soy de ese tipo de personas que le gusta platicar tal cual, no detrás de “lo que debería ser”. Pues, te cuento que, dentro de este maravilloso mundo de la maternidad he encontrado que es lo que más hace falta. Bueno, como en varias otras áreas. ¿No crees? Pero ya entraremos en eso.
Por el momento, quisiera platicarte de lo que no te dicen de la ansiedad. Vale aclarar que los puntos a continuación son basados en mi propio proceso, como también en los más de cinco años de experiencia haciendo lo que hago.
Aclaro: No es mi intención desvalidar opiniones, puntos de vista, procesos con seguimiento profesional con distintas metodologías, como cualquier otro similar. Mi intención es traer a la luz problemáticas a través de mi propia experiencia que, seamos sinceros, la mayoría vive pero ha desacreditado dada a presión social o que se yo. Así que, comencemos.
-
Comienzas a sentirte frío, se te entumecen las manos y tu corazón comienza a latir más y más fuerte. A su vez, tu respiración se acelera, comienzas a sentir que no tienes aire y comienzas a sudar. Entra el pánico cada vez más intenso y comienza tu mente a presentarte todos los escenarios catastróficos que estás viviendo. Por varios minutos sientes que te vas a morir. Si, así como lo lees.
Estos, entre otras, son síntomas de un ataque de ansiedad o incluso un ataque de pánico. Muchos los hemos sentido y hemos buscado ayuda. Hemos crecido en un entorno socio cultural que clasifica estos síntomas dentro de un diagnóstico rígido y, la mayoría de veces, tratado de manera farmacológica. A pesar que la ansiedad crónica muchas veces necesita de tales intervenciones, hay mucho que se puede hacer antes de llegar a esas condiciones y es eso lo que quisiera profundizar.
Las emociones, en su totalidad, no son ni negativas ni positivas. Ellas son una cadena de patrones neuronales que se detonan en respuesta a un estímulo. Son información. Ahora, lo que genera en nuestro cuerpo tal estímulo es lo que tendemos a clasificar como positivo o negativo. Es decir, la emoción en sí no es positiva o negativa, nuestra reacción ante ellas si lo es. Es por esto que nuestras reacciones varían tanto de persona en persona ante diferentes emociones, ¿lo has notado?
Algunos de nosotros somos altamente tolerantes al dolor emocional, mientras que otros tenemos la tendencia a ser más susceptibles. Simplemente, nuestra reacción cambia; las referencias emocionales de cómo manejar cada emoción varían. Habiendo dicho esto, quiero que intentes imaginar un escenario en el que no tengas por que clasificar un suceso como bueno o malo, si no uses lo que te esta pasando para trazar un plan de acción que te lleve a aprender de ello e idealmente te ayude a prevenir estar en esa posición de nuevo. Eso es racionalización emocional.
¿A qué viene esto, Andrea? ¿Qué tiene que ver esto con la ansiedad? Pues, te cuento. La ansiedad es tan común en nuestro día a día como lo puede ser la felicidad, la tristeza, el enojo o la soledad. Simplemente, no estamos acostumbrados a reconocerla. Tendemos a confundir ansiedad con estrés y es ahí adonde viene el primer error. El estrés es una respuesta biológica ante un estímulo que traducimos como peligroso. Por ejemplo, si tenemos frente a nosotros un perro gruñendo y nuestra mente inmediatamente nos señala que debemos huir; la respuesta de presión que sentimos es estrés. Ansiedad es lo que muchas veces queda de sucesos como esto. Siguiendo el ejemplo; ansiedad sería no exponerme a perros jamás porque todos serán como el que me gruñó. ¿Me explico? El identificar qué estímulo nos genera es una de las herramientas más poderosas para conocer y llegar a moderar nuestra ansiedad.
Entonces, ¿por qué es tan importante reconocer cuál emoción nos genera qué reacción? No podemos controlar algo que no conocemos, por lo que identificar qué nos ocasiona qué es el primer paso para poder comenzar a conocernos realmente. Míralo así: el crear consciencia de nuestros procesos emocionales es como leer el manual o ver mil tutorial es de algún nuevo gadget tecnológico que te compraste. Puedes aprender mientras lo utilizas, pero será muchísimo más acercado y eficiente el que aprendas de él al utilizarlo. Nadie te dice que puedes familiarizarte con tu ansiedad, aprender de ella para así poco a poco reducirla.
Son muchos los terapeutas y médicos activos en salud mental que están comenzando a reconocer que hay muchísimos pasos que podemos modificar antes de llegar a un diagnóstico clínico. Si tú padeces constantemente de ansiedad, ¿cómo andan tus hábitos? ¡Ajá! ¡Tus hábitos! Nadie te dice que la manera en la que decides vivir tu día a día tiene un impacto directo sobre la presencia de la ansiedad constante. Nadie te dice que dormir más de 8 horas cada noche puede regular tu presión arterial, lo que naturalmente beneficia a la disminución de los síntomas de la ansiedad. Nadie te dice que comer sano te brinda las vitaminas que necesitas para fortalecer tu sistema inmunológico, lo que combate la fatiga fisiológica que genera la ansiedad, dándote así más energía. Nadie te dice que una buena cita con un terapeuta puede reducir una gran parte de tu malestar y, además, te enseña a reconocer herramientas que ya tienes para aprender a controlarla. Nadie te enseña que una llorada tipo novela Televisa a la semana puede hacer milagros, ya que libera el cortisol que generas al reprimir emociones y la validación de emociones fomenta tu amor propio y te valida, lo que genera endorfinas, entre otras. En fin.
Lo más importante ante todo es tu salud mental, claro. Todo lo que pasa en nuestra cabeza y corazón se refleja en nuestro entorno. Incluso si consideramos tener una vida estructurada y muy enriquecedora y aún así tenemos ansiedad, es importante buscar apoyo de un terapeuta para que nos ayude a encontrar adonde está el punto flaco (porque si te sientes ansioso, lo hay). Nadie te dice que todo lo que sientes es completamente válido y que el rechazo a lo que vivimos en nuestro mundo interior también causa una ansiedad tremenda. El aceptarnos en nuestra totalidad y reconocer lo importante que es no estar bien a veces nos equilibra de una manera extraordinaria emocionalmente. ¿Porque? Pues, por que comenzamos a validar todo el espectro de reacciones que estamos constantemente desarrollando con los millones de estímulos que recibimos de nuestro entorno.
Para finalizar, te dejo una actividad. Retoma el pensamiento de identificar los estímulos que han marcado tu día. Quiero que te tomes unos minutos para pensar en el día de ayer, por ejemplo. Haz lo posible por recordar absolutamente todo lo que pensaste, viste, sentiste... entre más específico seas, mejor. Haz una lista de absolutamente todo y, una vez la termines, anota a un lado lo que cada suceso genero en ti. ¿Te sentías feliz, satisfecho, impotente, melancólico? Sigue así, profundiza. Entre más específico seas, mejor, recuérdalo siempre.
Este ejercicio te ayudará a comenzar a crear consciencia de lo que cada estímulo genera en ti en tu día a día. El truco es este: una vez tengas identificados los estímulos que te generan ansiedad, debes buscar un “antídoto” para cada malestar. Por ejemplo: si yo he identificado que el tráfico de las 8:30 am me saca de quicio, ¿qué puedo hacer para solventar o suavizarlo? Una idea podría ser organizar mis mañanas para salir media hora antes de casa. ¿Entiendes la idea?
Si comienzas a adoptar este ejercicio como parte de tu actitud en tu día a día, notarás que tu ansiedad comenzará a reducirse. Si quieres garantizar tu éxito: corrige tus hábitos. Procura manejar tu vivir como lo harías si dirigieras a alguien a quien amas.
Para ti, querido compañero ansioso/a, déjame recordarte que nadie más que tu debe de creerte (gracias G, por recordármelo constantemente). Nadie te dice que no necesitas la validación de nadie para sentir lo que sientes. Sea lo que sea que sientas, sin importar la magnitud, es completamente válido y eres merecedor de amor, respeto y de sentirte pleno. Eres extraordinario a pesar de todo lo que has vivido. Eres increíblemente fuerte porque has sobrevivido los peores días que has vivido hasta ahora y aún así estas aquí, leyéndome. Nadie te dice que no tienes porque hacer nada para ganar amor y comprensión, ya la mereces.
A que voy con todo esto: lo que no te dicen de la ansiedad es que tu tienes el control. No, no es fácil, no tiene porque serlo. Que no sea fácil no significa que no valga la pena. Pero, ¿sabes qué? Todo comienza con un baby step. Toma una decisión ahora que te ayude a aprender de tus reacciones. Leer este artículo, por ejemplo, fue un acto enrome de amor propio a favor de conocer más acerca de tu ansiedad.
Gracias por leerme. Ahora, apapáchate porque lo mereces.
Comments