Preámbulo:
Ya sabrán que soy de ese tipo de personas que le gusta platicar tal cual, no detrás de “lo que debería ser”. Pues, te cuento que, dentro de este maravilloso mundo de la maternidad he encontrado que es lo que más hace falta. Bueno, como en varias otras áreas. ¿No crees? Pero ya entraremos en eso.
Por el momento, quisiera platicarte de lo que no te dicen del camino al embarazo. Vale aclarar que los puntos a continuación son basados en mi proceso y me dirigiré a mujeres (aunque, hombres, más de alguna cosa podrán aprender al leerme y prometo que lo disfrutarán igual).
Aclaro: No es mi intención desvalidar opiniones, puntos de vista, estilos de paternidad, como cualquier otro similar. Mi intención es traer a la luz problemáticas a través de mi propia experiencia que, seamos sinceros, la mayoría vive pero ha desacreditado dada a presión social o que se yo. Así que, comencemos.
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Uno de los sueños más grandes que mi esposo y yo siempre tuvimos es el ser papás. No te digo que este sueño comenzó después de una cita cliché romántica en la que no salió nada malo (¿existen?). No. Nuestro sueño comenzó desde antes, desde que éramos amigos y platicábamos de cómo reaccionaríamos si nuestros hijos hicieran las picardías que hacíamos nosotros al salir a parrandear hasta tarde, pasarnos a veces de copas (quizá más de lo que me gustaría aceptar) y todos los vaivenes que vivimos “de jóvenes”. Se imaginarán que, al formalizar nuestra relación, pensar en un bebé nos derretía el corazón. ¿Han escuchado alguna vez que a las parejas a quienes les “dan ganas” de tener hijos primero compran un perro para “probar” si están listos? Pues, para que veas, nosotros tenemos tres: Simón, Olga y Paco.
Finalmente, llegó el momento en el que nos sentíamos “listos” para comenzar a intentarlo y he aquí nuestro primer punto. Nunca estarás 100% lista. Si, podemos hacer una lista y evaluar puntos que necesitas tener presente. El factor financiero, ahorros, estabilidad emocional, entre muchos otros. Pero, ¿sabes por que te digo que nunca estarás 100% lista? Porque siempre habrá algo que te hará dudar . ¿A qué me refiero con esto? Puedes sentirte cómodo con tu flujo de ingresos, por ejemplo. Ver ese numerito que entra en liquidez mensual y decir “ya puedo financiar el crecimiento de un ser” es una gran cosa. Pero, ¿tendrás suficientes ahorros? ¿Tendrás suficiente para emergencias? ¿Has contratado el seguro correcto? ¿Necesitas deshacerte de lujos y pasatiempos? Etcétera, etcétera, etcétera.
No me tomes a mal. Mi intención no es que bajes tus estándares ni que tomes decisiones a la ligera. A lo que voy es: explora muy bien lo que el “estar listo” y el “suficiente” significa para ti porque lo que financia esas dudas es la ansiedad que siembra en ti tu entorno. ¿Que es estar listo y que es suficiente para ti? No para tus abuelos, padres, suegros, cuñados, amigos, terapeutas, asesores financieros, mascotas, colegas ni nadie más. Una vez definas esto podrás crear los fundamentos que lideren esta aventura. ¿A que me refiero? Los puntos que para ti definan el “estar listo” y el “ser suficiente” son los que te van a ayudar a prepararte para ser mamá o papá.
Para que me entiendas aún mejor, aquí te va otro ejemplo. Uno de los puntos que fue muy importante para mi fue preparar mi cuerpo, cosa que comencé a hacer alrededor de 7 meses antes de comenzar a intentar quedar embarazada. Al discontinuar el uso de pastillas anticonceptivas para comenzar a intentar, me enfrenté a un desbalance hormonal fuera de este mundo y, además, describí que mi cuerpo no producía insulina. Todo esto llevaba a una lista muy larga de efectos colaterales, una de ellas siendo irregularidad de ovulación lo que complicaba mi deseo de embarazarme. Con el apoyo de una Endocrinólogo fabulosa, logre equilibrar todo en un viaje que te comentaré en otro momento. Seguí un tratamiento muy riguroso, me dediqué a hacer ejercicio por lo menos tres veces a la semana, comencé a transformar mi manera de comer (me hice vegetariana) y muchos cambios más que impulsaron mi recuperación. Gracias a esto, cuando comenzamos a intentar yo estaba más saludable de lo que alguna vez he estado en toda mi vida. Nadie te dice que convertirte en tu prioridad #1 es lo mejor que puedes hacer para tu bebé.
Otra cosa que no te dicen: si, puedes prepararte para esta etapa en todo nivel (físicamente, emocionalmente, financieramente, psicológicamente, etc.). Los detalles de preparación en cada categoría son otro cuento, te menciono esto porque aquí lo importante es digerir el hecho que tu realidad es de nadie más que tuya. Debes ser tu quien construya tus parámetros y está en tus manos buscar la información que necesitas para hacerlo. No dejes que influencie el que dirán porque ese “que dirán” está construido por experiencias, recuerdos, información, incluso traumas que son muy diferentes a lo que tú has vivido (y vivirás). Si, puedes escuchar consejos, pero no permitas esos comentarios tomen la última palabra en tus decisiones. Entre más lo platiques, más opiniones recibirás. Tip: no tiene nada de malo elegir con quien platicar que. Cuida la información (tanto racional como emocional) que recibes. Si hubiera creído de mi (muy mal informada) amiga que era normal el tener incesante acné por meses al descontinuar las anticonceptivas en vez de seguir mi instinto y buscar ayuda, nunca hubiera descubierto el desbalance hormonal ni la resistencia a la insulina, por ejemplo.
No tenemos porque engañarnos: para lo que son buenos los demás, al menos la mayoría, son para opinar. No tengo pruebas (pero tampoco dudas) que la sonrisa que te saqué con este comentario trae consigo varias anécdotas. Ya tendrás una idea de lo que me refiero. Pues, esas boquitas sin filtro en las que pensaste no discriminan decisiones tan importantes como la de ser padres. Por eso, y he aquí otra cosa que nadie te dice: entre más privado sea tu proceso, mejor te irá. La decisión que has tomado al convertirte en mamá o papá traerá con ella suficientes dudas, inseguridades y miedos como para que tengas que heredar la carga emocional y las proyecciones de los demás. Créeme cuando te digo: opinarán (y mucho).
“Estás muy joven, no podrás mantenerlo económicamente”, “tu esposo no quiere todavía”, “es mejor esperarse a mediados o finales de los treintas”, “deberías tener los dos que quieres de una vez”, “híjole, ¿y vas a aguantar los madrugones?”, “es carísimo y no podes pagarlo”, “es dificilísimo”, “yo no paro de vomitar, a ti te irá igual así que prepárate”, “nunca sabrás qué hacer”, “no podes prepararte”, “tienes que rebajar”, “tienes que engordar un poquito”, “comienza a comer por dos”.. estos y más son algunos de los comentarios que recibí al compartir que quería ser mamá.
En retrospectiva reconozco que la intención detrás de la mayoría (no todos) los comentarios era preocupación, interés, desinformación, curiosidad... quizá incluso cariño. A pesar de esto, no te equivoques; a los autores de comentarios así les alegrará cuando te vaya bien, siempre y cuando no sea mejor de lo que les fue a ellos. Por eso: filtra. Elige con quien platicar que, a quien contarle y con quien desahogarte, con quien reír, a quien le compartirás las ultras y lo que diga el doctor en los controles. En fin, discierne con quién genuinamente disfrutarías el viaje que estás por emprender. Cuento con una mano a las personas que mi esposo y yo involucramos. Lo que queríamos sentir era amor, paz, alegría y apoyo entonces sencillamente incluimos a personas que nos hacían sentir eso.
Manteniendo un entorno Zen es una decisión constante, pero no solo debe ser una depuración permanente a tu alrededor si no también (y lo más importante) a lo qué pasa dentro de tu cabeza y corazón. Si tú ya eres mamá, no me dejarás mentir: el torbellino emocional comienza al tomar la decisión, no al reconocer que existe un embarazo. Ver las pruebas de embarazo negativas, los tratamientos hormonales, las citas de seguimiento, las extracciones y los exámenes de sangre, las medicinas y vitaminas... absolutamente todo lo que te lleva a ver el conteo hormonal favorable en esa prueba de embarazo te mueve de una manera que nunca pudiste prever.
Vendrán pensamientos un tanto destructivos, pero completamente humanos, que te llevarán a desconectarte de tu decisión. ¿Será que los demás tenían razón? ¿Estaré lista para esto emocionalmente? ¿Estará mi relación en el momento idóneo para este paso? ¿Será él la opción de padre correcta? No te dice nadie que se vale tener estas dudas y aún así querer ser mamá. Atención: si tienes una respuesta favorable a todo lo anterior y si realmente consideras que las dudas nacen de escenarios que “podrían pasar” entonces es normal (a diferencia de sentir algún tipo de compromiso por emprender un embarazo en el que no estás lista). Puedes tomar tu decisión (y estar feliz por ello) y sentir también miedo, ansiedad, ansias y demás. Se vale tomar una decisión con el profundo entendimiento que será difícil, esto no la desvalida bajo ninguna perspectiva. Al contrario, te vuelve una mujer plenamente consciente. ¡Qué extraordinario!
El responder al instinto de querer ser mamá es, sin duda, una de las decisiones más importantes de nuestra vida. Me fascina compartir todos estos pensamientos contigo. Lo mejor y lo peor de mi experiencia lo dejaré entre estas líneas cada tantos días y espero que compartas conmigo la aventura como mamá y/o mujer curiosa buscando potenciar vínculos humanos a través de la empatía de este capítulo tan bello que muchas estamos viviendo. Y, si no estás ahí aún o has decidido otro rumbo, pues espero que de igual manera te diviertas con mis locuras al leer cada publicación. Te escribiré muy, muy pronto de nuevo, lo prometo.
A.
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