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Preámbulo:
Ya sabrán que soy de ese tipo de personas que le gusta platicar tal cual, no detrás de “lo que debería ser”. Pues, te cuento que, dentro de este maravilloso mundo de la maternidad he encontrado que es lo que más hace falta. Bueno, como en varias otras áreas. ¿No crees? Pero ya entraremos en eso.
Por el momento, quisiera platicarte de lo que no te dicen de comenzar terapia. Vale aclarar que los puntos a continuación son basados en mi propio proceso, como también en los más de cinco años de experiencia haciendo lo que hago.
Aclaro: No es mi intención desvalidar opiniones, puntos de vista, procesos con seguimiento profesional con distintas metodologías, como cualquier otro similar. Así que, comencemos.
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Agendé mi primera cita con mi psicóloga hace alrededor de cuatro años. Llegué emocionadísima, pero lo que tenía de emocionada lo triplicaba de nerviosa. Entré a su oficina en un día lluvioso con luz tenue, acogedora y decorada muy lindo. Me pidió sentarme adonde me sintiera más cómoda y, al elegir puesto, me dijo: “a ver, contame”.
Hemos crecido en un entorno sociocultural que clasifica la terapia como un lujo innecesario, incluso algo que cuestiona firmeza, fuerza y masculinidad... no podría estar más lejos de la verdad.
He puntualizado los tabúes más frecuentados de comenzar terapia a continuación.
1.”No tengo porque contarle problemas tan personales a un extraño.”
No, no tienes porque, pero nadie te dice que la retroalimentación de alguien ajeno a tu día a día te ayudará a tomar perspectiva de tu vida. En ella, encontrarás información (emocional y racional) que no has podido identificar porque, sencillamente, estás muy cerca de todo.
2.”Ir a terapia es para los locos.”
Si, pero no son los que van que están locos. Vamos a terapia para aprender a manejar a aquellos que no van a terapia. Además, la terapia evidencia las herramientas que necesitamos para aprender a administrar nuestro día a día.
3.”No quiero pagar algo tan caro para que me digan que hacer.”
Un terapeuta que te diga que hacer no está haciendo bien su trabajo, ¡HUYE! Cualquier profesional de salud mental debe apoyarte en la búsqueda de perspectiva, el contraste de opciones y alternativas.
4.”Me van a juzgar.”
Es nuestro trabajo no juzgar. Si te sientes juzgado, no es ahí. Ten paciencia y busca a un profesional con el que te sientas cómodo.
5.”Ir a terapia me hace débil y no tengo porque contarle mis problemas a nadie.”
Al contrario. Reprimir emociones al no abordarlas vulnerabiliza tú recepción emocional, así como también altera tu racionalización. Incluso impacta el sistema nervioso e inmunológico.
6.”Mis problemas no son tan complicados como para buscar ayuda.”
Si clasificas un suceso como problema, es merecedor de atención. Buscar ayuda no significa que deba ser emergencia.
Estos son algunos de los muchos tabúes y limitantes que encontramos a la hora de buscar apoyo de un terapeuta especializado. Sin embargo, ninguno tiene respaldo que lo valide.
Si estás pasando por algo que te está incentivando a buscar ayuda, ¡hazlo! No te arrepentirás.
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