Pensamos que al decir lo que pensamos podemos ser un inconveniente para el otro, pero si llegamos a serlo es precisamente la señal que debemos notar para tomar distancia.
Recibir mensajes negativos o desfavorables nunca va a ser algo divertido. Sin embargo, esta es una cualidad que va de la mano con varias herramientas como la comunicación asertiva, la honestidad y la claridad. Decir lo que no nos gusta puede que sea más tedioso que recalcar lo que si, pero es aún más importante.
Antes que nada, debemos asegurarnos que estamos transmitiendo nuestro mensaje correctamente. Esto implica elegir cada una de nuestras palabras con cuidado para asegurarnos que estamos siendo específicos y elegir el momento y el tono correcto para comunicarlo prudente y coherentemente. Si le damos seguimiento a los puntos anteriores, entonces no tiene porque haber mayor disgusto del receptor. Hay un dicho que dice que no somos responsables de lo que otros entiendan, si no solamente de lo que decimos. Si esto es cierto, entonces debemos tener la madurez para poder transmitir un mensaje efectivo, conciso y claro a otros, sin espacio a mal entendidos o insinuaciones de agendas ocultas.
Al manifestar lo que nos desagrada establecemos todo tipo de límites. Dejamos claro hasta donde estamos dispuestos a exponernos en situaciones, ante personas y lugares. Además, ser honestos y claros nos permite conocer otro lado de nosotros mismos, un nivel más profundo que normalmente no alcanzamos. Nunca se sentirá bien escuchar cosas negativas entonces es normal si recibimos señales de disgusto, pero no por eso debemos dejar de decirlas.
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