El mejor consejo que he recibido es aceptar la vida como viene porque el cambio es su única constante. ¿Por qué se nos hace tan difícil afrontarlo?
Si observan la vida, pueden notar con facilidad que su única constante es el cambio. El amor se transforma, los hijos crecen, envejecemos, etc. Pero, ¿por qué es tan difícil para nosotros aceptarlo? ¿Qué tiene el cambio que nos hace sentir tan mal en su mayoría?
La impotencia nace de la falta de control, esto es lo que sentimos cuando algo cambia. Se nos dificulta evaluar una perspectiva que no entra en coherencia con la visión a la que nos hemos comprometido. Pero, ¿qué hacemos cuando en nuestra vida pasa algo totalmente opuesto a lo que queremos o creemos correcto? Normalmente nos deprimimos, enojamos, frustramos y muchísimas reacciones similares. La única manera en que podemos manejar los cambios sin sentir esta impotencia es practicando dos metodologías: la racionalización y el agradecimiento.
La racionalización es el proceso en el cual discernimos, identificamos y entendemos los hechos y las emociones. Al practicarla diariamente comenzamos a adoptar una visión más práctica y objetiva, ya que al entender le quitamos el poder a las emociones. Luego está el agradecimiento. Este nos hace cultivar humildad cada vez que reconocemos el valor de la existencia de algo en nuestras vidas. Debemos fluir con lo que la vida nos ponga enfrente, por más intangible que pueda entenderse. Nosotros no tenemos el control, pero sí tenemos la responsabilidad de nuestras reacciones ante lo que se nos presenta diariamente.
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