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Juzgar a quien no existe.

Estamos en una cultura que, desafortunadamente, se ha encariñado de los rumores y las críticas. Nos basamos en opinión ajena para construir nuestro propio criterio, pero ¿por qué no tomamos en cuenta el crecimiento personal?



Hace poco leí una frase preciosa que dice así: “Les juro que hay personas que se quedan con la idea de una versión anterior de nosotros y siguen haciendo juicios a partir de ella. Actualizarse es asunto de ellos. No podemos vivir intentando convencer a alguien de lo que somos o ya no somos”. ¿No les parece hermoso el desprendimiento emocional con el que tratan los prejuicios?


Personalmente, he dado un giro de 180 grados los últimos cinco años (ni se diga 10 años). No puedo imaginarme seguir viviendo la vida que llevaba. Comencé con una carrera en publicidad y después de una carrera y dos maestrías decidí que no era para mí. Esta vida iba adjunta a muchísimos malos hábitos, amistades tóxicas y bastantes patrones destructivos. Lo dejé todo de un día al otro. El truco está en que si no eres feliz, seas proactivo con tu inconformidad y busques cómo regalarte la vida que tú deseas.


Por supuesto que da miedo, pero todo gran cambio lo da. Estoy redactando este artículo ahora con dos carreras, dos maestrías y formándome para la tercera, redactando mi opinión, ayudando a otros siempre y, además, nunca dejando de crecer integralmente. No se trata de enfocarnos en lo que otros quieran o piensen, esa atención debe ser dirigida a nosotros mismos y a la persona en la que queremos convertirnos. Dejemos que otros se queden juzgando una persona que ya no existe, es problema de ellos. Optemos por la opción de ser felices, plenos, independientes y fuertes por nuestra cuenta.


Puedes ver la publicación en la Revista Ella haciendo click aquí.

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