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La belleza de perder el control.

Platiquemos un poco acerca de la belleza dentro de lo que implica perder el control. 



Estoy segura que has experimentado en algún momento de tu vida el cambio. Podemos hacer todo bien por todo el inicio de nuestra vida y, ¡puf! De pronto, todo cambia y la vida nos enseña cómo nada está definido y cómo todo puede cambiar. Puede que perdamos un trabajo, que un ser querido fallezca o que pasemos una racha malísima económica. ¿Cuándo aprenderemos que la única constante en la vida es el cambio?


Mi mamá me dijo esta frase cuando me rompieron el corazón por primera vez, “hijita, la única constante en la vida es el cambio”. En ese momento no lo tomé tan bien, no lo entendía. En ese momento, no sabía que al seguir creciendo mi corazón estaría roto mil millones de veces más por muchísimas más razones. Tampoco sabía que cada corazón roto, me traería tanto conocimiento, tanta madurez y perspectiva. Sobre todo, en ese entonces no entendía que las cosas que pasan son solo eso, cosas que eventualmente pasan.


Quienes le dan los adjetivos de “bueno” o “malo” a cada situación somos nosotros, no la vida. Siempre habrán momentos difíciles en los que nos saldrán canas de todos los colores, y eso está bien. Dejarnos llevar y enamorarnos de las curvas que nos tira la vida es la única manera de vivirla plenamente y, sobre todo, felices. La belleza de perder el control es entender y aceptar que los altibajos de la vida siempre traen a nuestra vida personas que se vuelven maestros, otros que llegan a ser alumnos, y situaciones que siempre tienen algo que darnos. 


Puedes ver la publicación en la Revista Ella haciendo click aquí.

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